sábado, 2 de mayo de 2015

Misoginia electoral



Silvia Núñez Esquer

Las lonas aparecidas en Hermosillo en un lugar por demás visible, en el que se denosta al género femenino como posible gobernante, se diferencia de los pleitos anteriores en donde supuestamente entre partidos están vandalizando la propaganda del opositor. 

“Las mujeres como las escopetas cargadas y en el rincón” y “La panocha en las coyotas, no en el palacio”, parecen dichos y refranes inocuos. Pero resulta que no, al contrario. La carga misógina que llevan, va dirigida como proyectil contra las mujeres candidatas en particular y a todas las mujeres en general. 

En el discurso de las lonas hay un odio explícito hacia las mujeres. Es una amenaza. Por lo tanto, no se debe esperar a que se presenten atentados físicos como ha ocurrido en otras entidades contra las candidatas mujeres. Las autoridades electorales y de procuración de justicia tienen la responsabilidad de garantizar el ejercicio pleno de los derechos electorales de las mujeres que han decidido ser candidatas. Ellos son quienes deben asegurarse de que los grupos ultra conservadores y misóginos dejen  en paz a las mujeres contender por los puestos para los que se han registrado. 

El mensaje vertido y colocado en los principales puentes de la ciudad dan cuenta del odio acumulado a través del tiempo y expresado en ésta que es una elección en donde por primera ocasión,  por ley y por acato de sentencia judicial los partidos tendrán que cumplir con la paridad de géneros. 

Es la primera vez que los grupos misóginos que se encuentran dentro de todos los partidos políticos, iglesias, agrupaciones empresariales, y organizaciones sociales,  tendrán que aceptar que las mujeres participen en igualdad, al menos numérica, tanto como los hombres. Pero eso a los partidos y a algunos de sus militantes no los tiene contentos. 

Después de analizar las propuestas, las frases utilizadas para sus discursos, y las plataformas en síntesis que publican en los periódicos encartados en los diarios, no vemos la bienvenida a la igualdad y a la paridad. Ninguno de los candidatos celebra la igualdad, no la hicieron parte de su plataforma política. Llevan mujeres como compañeras en sus fórmulas porque los obligaron, no porque lo decidieran. 

Todavía en este momento se ventila la petición que hicieran algunas mujeres del Observatorio de la paridad y la equidad con sede en Ciudad Obregón, en donde se les ha negado el amparo  solicitado por la ausencia de criterio de paridad horizontal para todos los partidos. Ellas siguen en su lucha como lo han hecho desde hace ocho años, pero siguen sin obtener el resultado deseado: que todas las mujeres que quieran ser candidatas lo puedan ser. Que todos los partidos políticos incluyan con alegría en la mitad de todas las posiciones que estarán en juego, a sus militantes mujeres. 

Recordemos que tradicionalmente las organizaciones partidistas terminaban haciendo uso de la excepción que les otorgaba la ley para llevar a cabo una elección interna en donde siempre elegían a hombres,  y las mujeres quedaban relegadas a las candidaturas en donde ese partido tenía la menor preferencia en el electorado. 

Esa inequitativa y mala práctica llevaba a que las mujeres terminaran siendo alcaldesas de los municipios más pequeños, con menos recursos y con menores oportunidades de desarrollo.

En 2015 ya no podrán hacer eso. Ya no pueden excluirlas desde lo institucional. De hecho planillas que habían sido registradas con dos hombres a la cabeza, tuvieron que ser modificadas para cumplir el criterio de paridad y poder participar dentro de la legalidad. 

Pero eso no quiere decir que lo hayan aceptado gustosos. Recordemos la sesión del Instituto Estatal Electoral, IEE, del 25 de marzo pasado en la que se discutió y aprobó el criterio de paridad vertical, más no la horizontal, por lo que no obstante ser un criterio limitado, según las mujeres que han luchado por la exacta igualdad y equidad en la participación política, hoy día constituye la condición más avanzada para llegar a la igualdad sustantiva. 

En esa misma reunión hubo mucha resistencia por representantes de partido, en particular del Partido Acción Nacional, mismo que había registrado a dos varones encabezando la planilla municipal de Hermosillo. 

¿Cómo sabemos que no son los propios compañeros de las mujeres candidatas los que están expresando su inconformidad por la obligatoriedad de dejarlas participar en igualdad de circunstancias? Las autoridades deben actuar rápido. No deben esperar a que se presenten actos que se puedan lamentar con pérdida de vidas humanas. Las mujeres están en su derecho de participar, tal como lo hacen sus compañeros varones así sean emanadas de partidos que han demostrado ser corruptos y deshonestos.

Las lonas misóginas de Hermosillo más allá de ser un chascarrillo “de mal gusto”, son una advertencia de que hay quienes desprecian a las mujeres y están en contra de que gobiernen. No les importa la legalidad, no les interesan las recomendaciones internacionales, mucho menos les preocupa el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres. 

Las mujeres candidatas deben pronunciarse y exigir a sus partidos que levanten la voz hacia las autoridades encargadas de proteger y garantizar su integridad física y psicológica. Ya se ha hecho escarnio de la apariencia de algunas candidatas y se lo aguantaron, cuando pudieron haber invocado la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, o la Ley de igualdad entre mujeres y hombres, y denunciar la violencia psicológica, comunitaria e institucional con que han sido tratadas. 

Lo de las lonas agrediendo a las mujeres contendientes rebasa la “puntada” o la “ocurrencia”, como se quiere hacer creer. Las candidatas deben exigir respeto e igualdad en el trato, invocando la legislación. En el caso de las lonas urge que pidan una investigación para dar con los responsables de la amenaza. Sólo así abrirán brecha y darán el ejemplo para las nuevas generaciones. Deben incorporar de inmediato la perspectiva de género no sólo a su discurso, sino al ejercicio de su participación en general como posibles gobernantes. 

Este hecho debe ser atendido como una alerta para las autoridades, y debe ser interpretado como lo que es, una advertencia para las mujeres y para la sociedad en general: O se excluyen por las buenas, o será por las malas. Atiendan, no esperen a que sucedan hechos qué lamentar. 

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