jueves, 12 de diciembre de 2013

Léoni está de vuelta en casa


México abandona a madre mexicana en la lucha por recuperar a su hija

Silvia Núñez Esquer

Léoni de vuelta en Hermosillo
Hermosillo, Sonora, 11 diciembre 2013.- La pequeña Léoni  Salingue Lara, niña sonorense sustraída por su padre de origen francés, regresó a Hermosillo, después de pasar cuatro meses en Francia después de permanecer durante ese periodo con la amenaza del papá de no  regresarla al lado de su madre, aduciendo razones de críticas hacia México, por ser un país cuya organización no es de su agrado. María Eiletia Suhei Lara López, madre de Léoni emprendió una lucha por recuperar a su hija desde agosto pasado, mes en que el padre Thierry Salingue debió haber devuelto a la niña al hogar materno, luego de llevarla a visitar a sus familiares en Bourdeux, Francia. 

Estudiar el Código civil francés, practicar y profundizar los pocos conocimientos de la lengua francesa que había estudiado, escribir a personas que pudieran ayudarle a lograr su objetivo de traer de vuelta a casa a su pequeña de seis años, fueron algunas de las acciones que esta madre realizó para poder tener de nuevo consigo a su segunda hija. 

La Convención de La Haya era la esperanza, ya que es  el acuerdo firmado por México y Francia entre otros países, para dirimir casos de sustracción de menores por alguno de sus padres sin el consentimiento del otro, como fue el caso de Léoni. 

La frialdad con que fue tratada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, SRE, así como lo apresurado del esperado aviso para que se presentara en un juzgado en donde se definiría en una audiencia si la niña regresaba a México o se quedaba en Francia, fueron algunas de las viscicitudes que tuvo que sortear. 

En la SRE se le había informado por teléfono que cuando llegara la estaría esperando un abogado y un traductor. No obstante, cuando ella llegó a Francia y se puso en contacto con el consulado mexicano en Bourdeux, simplemente le dijeron que no tenían conocimiento del caso y que no estaban facultados para proporcionarle ni abogado ni traductor. 

Con esa frialdad Suhei entendió que estaba sola. En esa forma entró en la audiencia que si bien, era para analizar la probable responsabilidad del padre de su hija, sobre la sustracción de ésta, el que ella estuviera presente, era determinante. 

Sin el acompañamiento de un abogado y sin traductor,  se tuvo que expresar en una lengua que para ella es ajena, y de la cual sólo ha cursado algunos niveles. 

Pero no sólo tuvo que pasar prácticamente por el abandono de su país en una nación tan lejana y con una legislación tan distinta. También tuvo que soportar a fría soledad de la madre que atraviesa el océano para ir de un continente a otro para recuperar a su hija.

Esta mujer decidida a traer de regreso consigo a su hija soportó señalamientos sobre su persona, su familia y sus amistades, que denostaban su capacidad para hacerse cargo de la niña, lo cual constituyó el principal argumento del francés. 

El sacrificio de reunir alrededor de doscientos mil pesos, cantidad que erogó para poder trasladarse acompañada de su madre, pagar traducciones de documentos del Español al Francés, hospedaje, servicios de una abogada -honorarios de alrededor de diez mil euros-, pues México nunca le proporcionó ese servicio como se lo habían prometido, pero indispensables para hacer los trámites que le permitieran traer a Léoni con ella.
Suhei Lara con su hija Léoni Salingue

Fue hasta el día 18 de noviembre la fecha designada para la primera audiencia en Bourdeaux, Francia, día inhábil en México y por lo tanto inactivo en el consulado mexicano de esa ciudad. Al reportarse para solicitar apoyo, simplemente le dijeron que ese día no trabajaron, y que dado que no tenían conocimiento de su caso, no podían apoyarla ni con abogado ni con traductor. Aún así, Suhei  se presentó a la audiencia lo que provocó sorpresa en el acusado, resultando un encuentro sumamente hostil. 

Para poder estar presente en esa audiencia que se prorrogó por varios días a petición del acusado de sustracción de su hija y de retenerla ilegalmente en su país, Suhei tuvo que solventar los gastos. En tanto luchaba por convencer a la Jueza que a la vez funge como fiscal, para que no enviaran a Léoni a un albergue del Estado durante seis semanas aproximadamente, si acaso definían que le devolvían a la niña a su madre o que se quedaba con el padre. 

Cada vez que la autoridad resolvía una fecha lejana como si Suhei residiera en Francia, ésta tenía que rearmar su argumento para convencerla de que no podía permanecer tanto tiempo por motivos económicos y laborales. 


Pero no era todo lo que la madre de la pequeña tendría que superar ya que Thierry Salingue estaba resuelto a dificultarle las cosas, por lo que una vez que conoció el veredicto a favor de la madre mexicana, retuvo el pasaporte y otros documentos de Léoni para que no pudiera viajar fácilmente.

Esto implicaba más gastos pues para obtener de nuevo los documentos tendría que viajar a Paris, con los respectivos gastos que eso ocasionaría. Como una forma de negociar los documentos Suhei propuso que él devolviera el pasaporte y en cambio podría estar más días con la niña para despedirse, lo cual convenció al obstinado padre, lo que dio oportunidad a que toda la familia francesa se despidiera de Léoni. 

Como corolario de la estrategia del sustractor, éste se declaró en banca rota para no cumplir con su responsabilidad de hacerse cargo de todos los gastos ocasionados por su actuación, con lo cual la madre y sus familiares tuvieron que asumir los costos. 

Ya en Hermosillo, Suhei cuenta que curiosamente fue Angélica Rivera, esposa del presidente de México, la única persona con cierta autoridad quien estuvo pendiente del proceso a través de correo electrónico y facebook en respuesta a un mensaje enviado por la abuela de Léoni exponiéndole el caso. 

Otro funcionario que respondió fue el embajador de México en Francia, Agustín García López, sólo para afirmar que no estaba facultado para intervenir. 

A ese interés de Rivera, Suhei adjudica que cuando le llamaron de la SRE, algunos días antes de la audiencia -de la cual tuvo conocimiento dos días antes-, le dijeron que tenían orden presidencial de atender el caso, y de pedir una actualización sobre el mismo a Francia. 

Sin embargo,  esa aparente disposición desapareció cuando estuvo Bourdeaux, teniendo que enfrentar sola y con recursos personales, la audiencia sobre un delito cometido en su contra. 

En cambio, mucha gente se unió a la causa a través de las redes sociales, aún sin conocerla personalmente. Incluso en la ciudad de Bourdeaux, integrantes de la comunidad mexicana en ese lugar la apoyaron, incluso un traductor que ofreció sus servicios. 

Con quince kilos de pruebas en su equipaje, Suhei Lara cargó de México a Francia documentos, fotos, testimonios, y cualquier evidencia que sustentara sus dichos y que le valieron para convencer de que era ella quien debía tener a Léoni. En cambio, su adversario sólo hizo señalamientos que no pudo probar. 

Hoy día, Thierry Salingue tiene girada una orden de protección por la jueza del Juzgado tercero de lo familiar en Sonora, por medio de la cual él no puede acercarse ni molestar ni a Suhei, ni a la niña, ni a la familia de ambas. 

También se trabaja en establecer legalmente la custodia completa para Suhei Lara, y una posible alerta para estar en conocimiento y prevenidas en caso de que el francés entre por alguna de las fronteras de México. 

Ahora que Léoni está de regreso en casa, y basada en su experiencia, esta madre que estuvo muy cerca de no volver a ver a su hija de seis años, hace un llamado a todas las mujeres que tengan hijas o hijos con ciudadanos de otros países, para que tomen previsiones legales, como tener documentos en donde se defina muy claramente quién tiene la custodia, no sólo de hecho, sino de derecho. 

Yo pude ir con la ayuda solidaria de mi familia y amistades, una parte endeudándome, conociendo “quince” palabras en francés con lo cual pude exponer mis argumentos, pero ¿qué hacen las mujeres que no tienen esos recursos, que no tiene forma de conseguirlos? ¿O si se lo llevan a otro país más lejano, si no conocen el idioma? “Curiosamente el apoyo que yo recibí fue de Francia, no de México”, reflexiona. 

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