jueves, 26 de julio de 2012

María Laso en la hora de los grises

Martín Vélez
 
Hace muchos años, un joven español atravesó los Pirineos huyendo de las hordas franquistas; parece que querían ayudarle a morir antes de tiempo, como le ayudaron a Federico García Lorca, y a tantos otros quienes juntos formaban lo mejor de España.

Eso mejorcito que pudo salvarse de la ayuda mortal de Franco vino a México. Pero ese joven en particular vino a Sonora, junto con algunos otros librepensadores, entre los que debe recordarse a  Francisco Mallart Vallverdu, que llegaría a ser, este último,  puntal de la masonería sonorense, partidario de la economía en las palabras, a la que defendía con esta frase:  “es muy fácil hablar, lo difícil es decir algo”. 

Así eran aquellos españoles que cruzaron los Pirineos, navegaron el Atlántico y atravesaron el Altiplano mexicano, para venir a echar raíces el desierto sonorense.  Desierto que arbolaron con su talento, como Emiliana de Zubeldía, quien no plantó familia; o lo arbolaron como emprendedores de negocios que con el tiempo han llegado a formar parte de la identidad sonorense. Ese es el caso de la familia Laso, una de cuyas ramas, particularmente María Antonieta Laso, se formó entre la corriente nacional de empresarios que, convencidos de que el modelo económico actual, defendido e impulsado por el PRI y por el PAN, es ruinoso para la economía mexicana, dieron su apoyo a la campaña de Andrés Manuel López Obrador.

Médica de profesión, pero metida de lleno en la cadena hotelera familiar, María Antonieta estableció un compromiso estrecho con el proyecto transformador  de López Obrador. Para apoyar ese proyecto quiso, y logró, la candidatura a la presidencia municipal de Hermosillo, abanderando a PRD y PT.

Frente al grosero derroche de los partidos tradicionales, la Dra. Laso realizó una campaña muy digna, que alcanzó para que doce mil hermosillenses cruzaran la papeleta electoral en los recuadros que contenían su nombre.  Habrá a quienes esta cantidad parezca baja, quizá poco meritoria; acaso no recordarán que en las votaciones municipales de 2009, la elección inmediata anterior, entre los dos partidos que ahora se sirvieron  del trabajo de la empresaria hotelera, apenas lograron juntar cinco mil votos. 

Concretamente, con respecto a la campaña anterior, la doctora Laso le incrementó la votación al PT en 52%; pero al PRD la votación se la hizo crecer al 285% ¡Casi al triple de 2009! Estos son los fríos números que helarán la cara de quienes pretendan demeritar lo logrado por María Antonieta Laso.

Porque ahora llegó la hora del reparto de lo logrado. Y lo logrado alcanza para que la izquierda esté representada en el cabildo municipal. Pero ahora, desde el interior del PRD se le regatea la regiduría que María Antonieta Laso logró para sus siglas. Se la regatean aquellos que, cuando era el momento de nombrar candidato(a), en lugar de levantar la mano, escondieron la cabeza entre los hombros. No se sintieron con los tamaños para dar la cara ante los electores, articulando una propuesta mínimamente coherente. En la hora de la luz y el color, se sintieron grises; pero ahora llegó su hora.

En esta hora los grises están reunidos, discuten quién de ellos debe quedarse con los vales de gasolina que se le asignan al regidor(a). Esa es su estatura. Los avalan otros que en este lance demostrarán de qué color pintan. Porque está en manos de Carlos Navarro, de René Noriega, de Reinaldo Millán, si despojarán a María Antonieta Laso de lo que legítimamente le corresponde. Demostrarán si, en esta hora, ellos también son grises defendiendo la grisura.


 

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