Antonio Medina
Guillermo Núñez Noriega
El concepto diversidad sexual "permite
cuestionar dos ideologías jerarquizantes: el heterosexismo y el
androcentrismo, es decir, desde dónde se ejerce el poder masculino",
planteó a Letra S Guillermo Núñez Noriega, autor del libro ¿Qué es la diversidad sexual?,
que presentó en la Ciudad de México en el marco de su cátedra en el
diplomado "Teoría y práctica de las organizaciones civiles con trabajo
en disidencia sexual y VIH/sida", de la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México (UACM).
El también autor de Sexo entre varones
explicó que en las últimas dos décadas ese término se ha posicionado en
el imaginario social gracias a la lucha que han dado sectores que
reivindican derechos negados desde el poder machista, por lo que "si no
se comprenden en toda su dimensión las particularidades de cada
individuo, se tiende a invisibilizar a grupos o personas que entran en
ese sector social pero que no se identifican con lo gay o con los
discursos reivindicatorios de los activistas o académicos al englobar en
la 'diversidad sexual' todas las formas de relacionarse de las personas
amorosa y sexualmente".
¿Por qué abordar el tema en este momento y no antes?
Porque debieron darse muchos cambios a nivel
histórico. Llegamos al término 'diversidad sexual' después de haber
transitado por "homosexual" o "lesbiana", cuya definición se vinculaba
con lo médico, lo patológico o lo abyecto, y por otro lado lo 'gay',
como símbolo de una lucha ciudadana, pero con lo que no todos los que
pertenecen a la 'diversidad sexual' se identifican.
¿Quiénes podrían estar fuera del concepto?
En este proceso atestiguamos nuevos sujetos
políticos vinculados con el género, como las personas transexuales,
transgéneros e intersexuales, que en algunos casos se niegan a asumirse
como gays o como travestis o como hombres que tienen sexo con hombres.
En este sentido, el término 'diversidad sexual' emerge en el habla común
de activistas y académicos, pero con muchas imprecisiones, e incluso,
ciertos usos del concepto son conservadores.
¿En qué sentido el término puede ser conservador?
Al usarlo para referirse a la otredad de la
heterosexualidad y al privilegiar la jerarquización de la sexualidad que
sigue reproduciendo el binario de lo normal versus lo anormal.
En ese sentido, el discurso que engloba este término excluye a los que
salen de la norma heterosexual y los clasifica, los etiqueta y los hace a
un lado, con todo lo que ello implica en temas de derechos y políticas
públicas, por ejemplo.
Carlos Monsiváis insistía en que a fuerza
de usar el término 'homofobia' cotidianamente, se estaba abriendo camino
a un saber social que necesitaba nombrarse para existir. ¿Qué opinas de
esa percepción?
Desde luego que Monsiváis tenía razón. 'Homofobia'
es uno de esos términos que encierran conceptos muy importantes para los
movimientos sociales, en este caso, para quienes no son heterosexuales y
que luchan contra el poder machista que quiere mandar al silencio
aquello que sale de la norma heterosexista.
Cada vez hay más letras para referirse a quienes pertenecen a la diversidad sexual. ¿Qué lectura tienes de ello?
Claro, cada vez hay más sensibilidad de la sociedad
hacia el tema del poder y la exclusión. La inclusión de estos términos y
la preocupación de mencionarse, trasciende el lenguaje. Tiene que ver
con la vida de las personas, con la felicidad, con sus afectos y la vida
cotidiana de cada quien.
¿Alguna reflexión final?
El problema del uso del término es que se utilice
solo para referirse a los no heterosexuales. El peligro es que se use
como un dique inamovible para mantener incólume la identidad
heterosexual con sus privilegios. Cuando usamos 'diversidad sexual' para
referirnos al gran abanico de posibilidades de expresiones, incluida la
heterosexualidad, abrimos posibilidades de inclusión.
*Publicado en el número 191 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 7 de junio de 2012
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